Viaje del Papa a África
MOZAMBIQUE
El Papa Francisco llega a un país donde todavía están abiertas las heridas de la guerra civil, que son difíciles de sanar.
Invito a amar al a los enemigos y habla “del enemigo concreto, del enemigo real”. Francisco recordó así que el Señor no invita a un camino que él no haya recorrido primero, pues Él amó “a los que lo traicionaron y juzgaron injustamente”. Él amó “a los que lo mataron”:
“Jesucristo invita a amar y a hacer el bien; que es mucho más que ignorar al que nos hizo daño o hacer el esfuerzo para que no se crucen nuestras vidas: es un mandato a una benevolencia activa, desinteresada y extraordinaria con respecto a quienes nos hirieron. Pero no se queda allí, también nos pide que los bendigamos y oremos por ellos; es decir, que nuestro decir sobre ellos sea un bien-decir, generador de vida y no de muerte, que pronunciemos sus nombres no para el insulto o la venganza sino para inaugurar un nuevo vínculo para la paz. La vara que el Maestro nos propone es alta”.
“no se puede pensar el futuro, construir una nación, una sociedad sustentada en la ‘equidad’ de la violencia. No puedo seguir a Jesús si el orden que promuevo y vivo es el ‘ojo por ojo, diente por diente’”.
ISLA DE MAURICIO
El Papa Francisco escucho de parte del padre Georges Cheung una visión de la realidad de la Iglesia local y de los problemas que afligen al país, poniendo de relieve la riqueza de la coexistencia pacífica entre las diversas capas de la sociedad. “Mauricio espera del Papa unas palabras que fortalezcan nuestra fe porque tenemos muchas dificultades: pobreza, drogas y a veces nos sentimos desanimados”.
Los desafíos de la Iglesia Católica en Mauricio: drogas y pobreza, lo cual hace más difícil las relaciones entre las comunidades.
Uno de los mensajes del Papa a la Iglesia en Mauricio: “Juntos podemos decir al Señor: creemos en ti y, con la luz de la fe y el palpitar del corazón, sabemos que es verdad la profecía de Isaías: anuncias la paz y la salvación, traes buenas noticias, reina nuestro Dios”.
“Las bienaventuranzas «son el carnet de identidad del cristiano. Si alguno de nosotros se plantea la pregunta: “¿Cómo se hace para ser un buen cristiano?”, la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que pide Jesús en las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas”.
El Papa también tuvo unas palabras para los jóvenes, recalcó que son los que más sufren, se les quita el papel de ser protagonistas de la propia historia. Ellos viven un futuro incierto que los empuja hacia afuera del camino, los dejan vulnerables y casi sin puntos de referencias.
Con las autoridades de Mauricio, los llamó a que sean defensores de la cultura del encuentro, que no se dejen seducir por un sistema económico idólatra que sacrifica las vidas humanas en el altar de la especulación, se descuida a los pobres, al medio ambiente y sus recursos.
MADAGASCAR
Es de destacar que en su visita a Madagascar, algo que lleno de mucha alegría al Papa Francisco, fue la visita a Amasoa, una ciudad levantada en medio de la basura, del desperdició. Una ciudad fundada por el sacerdote argentino Pedro Opeka, Misionero de la Congregación de la Misión.
«La pobreza extrema en este lugar, la hemos radicado gracias a la fe, el trabajo, a la escuela, al respeto recíproco y a la disciplina. Aquí, todos trabajan”, explicó Opeka.
El Papa con alegría afirmó que “Akamasoa es la expresión de la presencia de Dios en medio de su pueblo pobre; no una presencia esporádica, circunstancial, es la presencia de un Dios que decidió vivir y permanecer siempre en medio de su pueblo”.
“Recuerden lo que escribió el apóstol Santiago: ‘La fe si no tiene obras está muerta por dentro’ (St 2,17). Los cimientos del trabajo mancomunado, el sentido de familia y de comunidad posibilitaron que se restaure artesanal y pacientemente la confianza no sólo en ustedes, sino entre ustedes, lo que les permitió ser los primeros protagonistas y artesanos de esta historia”, dijo el Papa.